jueves, abril 27, 2006

Visitando al Sr. Green

Hace unas unas semanas fui al teatro a ver la obra "Visitando al Sr.Green". Son las visitas que hace un joven a un anciano judío que vive sólo desde que murió su mujer. El anciano le dice que no tiene ninguna familia, pero en una de sus visitas el joven descubre que tiene una hija casada y que también tiene nietos. El motivo por el que hace tiempo que dejó de saber de ella es porque se casó con un no judío.
La obra es muy buena y la representación me fascinó. Pero al salir del teatro yo pensaba que esas cosas no sucedían ya en la sociedad de hoy en día. Que si, que si que ocurre que las parejas se casen y que igual a los padres de alguna parte no le hace especial gracia la pareja elegida por su hijo/a...pero que de ahí no pasaba.
Pues no podía estar más equivocado. Ayer estuve hablando con una amiga. Me comentaba que estaba muy contenta con su novio, que es ecuatoriano y que recién acababa de regresar de su país de conocer a sus suegros y demás familia.
También me decía que tenían pensado irse a vivir a Ecuador en un par de años, pero que antes querían tener un hijo que naciera en España; y no por la nacionalidad del bebé. Para que los padres de ella le conozcan.
Extrañado la pregunté si es que sus padres no irían a Ecuador a ver al niño, me respondió que no, que su familia no aprueba la relación porque el novio es ecuatoriano.
Y así me quedé, un poco perplejo. No pensaba que todavía hoy uno pudiera tener unos prejuicios tan fuertes como para evitar ver a su hija y su futuro nieto. Sólo por la nacionalidad de una persona prefieres perder a tu hija y nieto para siempre...cuando más lo pienso, menos lo entiendo.
Me queda a mi ver si esos prejuicios son tan fuertes como para que una vez que vea nacer a su nieto y lo abrace con sus propias manos pueda dejarle marchar simplemente porque su padre es ecuatoriano.

miércoles, abril 26, 2006

Acelerados

Hoy he salido de mi casa a eso de las siete y media para ir al trabajo. La cantidad de coches y de gente que hay a esa hora en la calle. Apenas acaba de amanecer y ya van todos con prisas, corriendo, con mala cara, angustiados mirando el reloj.
No puede ser bueno empezar de esa manera el día. Reconozco que yo a veces también soy parte de esa marea humana, cuando me doy cuenta de que ando rápido, casi al trote me paro y me digo: "tranquilo, si en la vida siempre hay cinco minutos más". Y ese día, para empezarlo suave, me regalo cinco minutos más en el desayuno para ver los deportes en el telediario. No me importa fichar en el trabajo tarde y recuper el tiempo perdido a la hora de salida....esos cinco minutos de más tomando el café es uno de los mayores placeres.
La felicidad está en las cosas sencillas, en poder paladear los pequeños placeres del día a día, en disfrutar de tu columna favorita del periódico en el desayuno, en disfrutar de tu postre favorito después de la comida en vez de volver al trabajo a toda prisa...Creo que deberíamos pararnos a pensar que cosas nos hacen felices y disfrutarlas, en no ir acelerados de un lado a otro como pollos sin cabeza, en sentarnos en una terraza a disfrutar de estos días de sol de la primavera y ver a todos los demás corriendo como locos.
Además, ¿alguien ha vista que uno que vaya corriendo por el mundo, acelerado, con prisas, mirando el reloj atormentado sonria, que tenga cara de feliz?

Situaciones incomodas

hoy estaba cagando en el cuarto de baño de la oficina. Era justo después de comer. Si tengo ganas de ir a esa hora prefiero aguantar un rato, porque por lo general todos entramos a la misma hora luego de la comida. Pero hoy no podía más y he tenido que ir.Ha sido una evacuación larga, así que como no podía ser de otra manera, alguien ha entrado mientras yo estaba desahogándome con el sr.Roca.La otra persona ha estado lavándose los dientes mientras yo seguía con lo mío. Sólo nos separaba una puerta de madera, pero no era una situación incómoda para ninguno. Para no salir mientras él continuaba en el baño he estado pensando lo curiosos que somos las personas y cómo son nuestras relaciones con los demás.Lo digo porque como estábamos en un cuarto de baño a ninguno le asquea ni le sorprende ni le causa malestar el que un hombre esté a menos de un metro defecando mientras que se lava los dientes. Lo vemos como algo normal, como si en ese minúscolo espacio todo estuviese permitido. Es más, yo podría haberme hechado un sonoro pedo y no habría pasado nada, nadie se habría alarmado.Sin embargo, si yo ahora me tirara un pedo o un eructo mientras estoy en el ordenador, rodeado de los compañeros de trabajo todos me mirarían mal, como si fuera un maleducado. Aunque en el fondo no estoy a más de treinta metros de donde estaba antes.Y esas son las cosas que me llaman la atención de como nos relacionamos unos con otros, como nos encorsetamos y somos tan hipócritas y nos parece mal o molesta que alguien se tire un pedo cuando no es más que un gas que produce tu cuerpo y que es mucho mejor que dejemos salir.

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